Ciudad de México. Vomitiva es justo como se puede resumir la campaña deCruz Azul -gracias, Paco Jémez, por el término, no había uno mejor para la ocasión-. No hay pretextos, ni disculpas; sobran los argumentos simples, las frases comunes y las excusas corrientes. Intolerable escuchar que la enésima debacle del equipo se debe a las ausencias, a la falta de continuidad en las alineaciones como lo expresó el presidente del equipo. No, señor presidente, la “maldita maldición” de Cruz Azul va más allá de eso, pasa por un todo que abraza a su dirigencia y sacude contrataciones de futbolistas, entrenadores y administrativos.
Como lo expresé el fin de semana en @futaztecadep, el torneo celeste es irrelevante, intrascendente. El azul no contagia, no ilusiona, solo transmite dudas. Dudas en su futbol, en el nivel de sus jugadores, en la competencia, en la capacidad de un entrenador que ya fue campeón en nuestro futbol. Tristísimo lo que sucede con uno de los cuatros grandes de México, -les guste o no-, pero por historia y hasta por costumbre es grande. ¿En dónde estás, Cruz Azul? Se te extraña. Ya son 20 años de tenerte extraviado.
Cambios de técnico, otros futbolistas, buenas y malas contrataciones; entrenadores con y sin pasado celeste; ajustes en su dirección deportiva, etc, etc, etc. En Cruz Azul ya se hizo todo lo humana y administrativamente posible para terminar con la “maldita maldición”. Ah, solo falta algo: mover a la dirigencia. ¿Será posible un distinto dueño? ¿Se lo imaginan? ¿No valdría la pena probar esta opción? Falta que le muevan por ese lado.
No tengo nada en contra del actual presidente, solo me remito a lo que vemos desde hace un par de décadas. Urge encontrar al Cruz Azul de los títulos, de las grandes victorias; el futbol mexicano necesita a “La Máquina”, poderosa, fuerte, imbatible, porque hoy y desde hace 20 años, solo vemos fierros oxidados.
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