Ciudad de México. “Mi nombre no era mediático ni conocido”, directo, honesto, realista. El corazón de Mauro Camoranesi siempre tuvo la ilusión de vestir alguna vez la camiseta de la Selección Argentina, pero en realidad sabía que era muy difícil que se diera su llamado.
Poco a poco, el destino lo fue llevando de la mano con pequeños mensajes que a la postre se convertirían en una llave para ir a la Copa del Mundo. Camoranesi llegó a Cruz Azul en 1998 y dos años después pasó al Verona italiano. Su adaptación fue complicada por el estilo de juego de la Serie A: “Durante los primeros meses me costó entender cómo jugar sin balón, me perdía sin él y cuando no lo teníamos tenía que sacrificarme”.
Pero su esfuerzo, entrega y buen futbol le dieron su recompensa: “Cuando me fichó la Juventus en 2002, yo me decía: ‘si muestras un buen nivel durante dos o tres años y tiene que pasar, pasará”. Mauro sumaba juegos y su calidad crecía, pero no lograba captar la mirada de la Selección Argentina. Hasta que una llamada le cambió la vida: “Un día me habló Giovanni Trapattoni, técnico de Italia, me llenó de elogios y me dijo que le gustaría contar conmigo. Lo tomé como premio y pensé: ‘Te está invitando a una de las mejores selecciones del mundo, ¡valóralo!’”.
Irónicamente, Marcelo Bielsa, entrenador de la ‘Albiceleste’, se comunicó con él tras conocer el interés del ‘Trappa’ sobre Camoranesi: “Hablé con Marcelo, me cayó muy bien, pero dos meses antes ya había charlado con Trapattoni”. Una vez tomada su decisión, venía la más difícil: hablar con sus padres: “Traté de no involucrarlos porque iban a entrar los sentimientos. Les dije que era la posibilidad de realizar mi sueño de jugar un mundial y lo entendieron”.
La aventura con la ‘Azzura’ comenzó en 2003, pero su llamado no fue visto con buenos ojos por la prensa italiana que no dudó en atacarlo y llamarlo mercenario. Una de las peores críticas que recibió fue la de no cantar el himno: “Siempre me molestaban con eso, pero una ocasión les dije: ‘Miren, hace más de diez años que no canto el himno argentino… así que no voy cantar el de ustedes’. Y me dejaron en paz”.
Tiempo después, Trapattoni fue cesado como técnico de la ‘Nazionale’ y entró Marcelo Lippi al quite. Ese fue otro mensaje que la vida le ponía, pues se conocían perfectamente, por lo que no hubo mayor problema en su adaptación. “Cambió todo, jugadores, estructura, mentalidad y regresó a las raíces del futbol italiano. Esas modificaciones nos permitieron llegar al Mundial de Alemania 2006. Lippi tenía un espíritu libre, te hablaba de cualquier cosa, de sus habanos, de la comida y de los barcos, su pasión”.
El sueño de Camoranesi por disputar una Copa del Mundo estaba a punto de cumplirse. Italia debutó en Alemania y Mauro, también. “Iba el minuto 56, Lippi me llamó y entré, en ese momento supe que mi objetivo estaba cumplido“, recuerda.
Tras su presentación, él y la Azzurra transitaron en el mundial con relativa calma. Fueron avanzando de ronda hasta que llegaron a las semifinales. En esa instancia se enfrentaron a los anfitriones, pero Mauro estuvo cerca de volver a dividir su corazón, pues los teutones echaron nada más y nada menos que a Argentina: “Si hubiera sido contra los argentinos nos habríamos metido en un problema, tenían jugadores que podían ganar partidos solos y Alemania era un equipo más estructurado”.
Tras vencer a los alemanes, Italia llegó a la final para enfrentar la Francia de Zinedine Zidane, quien había declarado que se retiraría luego del juego. Antes del inicio del partido, había mucho nerviosismo, especialmente en el rostro de los italianos y Lippi lo solucionó de forma peculiar en el vestuario: “Empezó a dar la plática y algunas indicaciones. De pronto se detuvo, rompió el papel donde anotó lo que nos dijo y dice: ‘Para qué hablar tanto, vamos a la cancha a ganar’. ¡Rompió el papel y no terminó de dar la charla!”, recuerda Mauro.
El partido inició, Francia se fue al frente con un gol de penal de Zidane cobrado a lo ‘Panenka’. Ese destello de talento del ‘Mago’, dejó impresionado a Camoranesi, quien no dudó en reconocer al francés en pleno partido: “Eso fue una demostración de su grandeza. Luego de una jugada me acerqué a él y le dije: ‘Si te retiras, ¿qué será de nosotros?’”.
Afortunadamente, Italia empató rápido y tras un largo encuentro en el que sucedieron muchas cosas, entre ellas la expulsión del propio Zidane y los tiempos extra, el juego se decidió en los penales. Ahí, Fabio Grosso fue el héroe del partido al meter el disparo definitivo para darle la Copa del Mundo a Italia. ‘La Azzurra’ por fin ganaba una serie de tiros penales, luego de tres veces que había perdido en esa instancia.
Mauro Camoranesi repitió la historia de otros argentinos que se coronaron en 1938 y lo hizo de forma dramática: “Viví de todo ese día, vi cómo se despedía una estrella, recordé a mi familia y mis amigos de Argentina y levanté la Copa del Mundo, que por cierto tardé como media hora en cargarla porque no me la pasaban”.
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